Pablo Blázquez Jesús
La periferia española es un paisaje monótono de estructuras de
hormigón abandonadas. En un tiempo en el que se vuelve a demandar
la creación de camposantos alejados de las ciudades y aumenta el
interés por estas ruinas anticipadas: ¿Sería compatible el
reciclaje de estos contenedores transformándolos en cementerios?
El proyecto que se plantea concibe la decadencia de estas
construcciones como parte indisoluble de la intervención.
Los edificios serán envueltos con una piel exterior compuesta por
los escombros adyacentes gracias al reciclaje de mallazos y barras
corrugadas. Progresivamente, ataúdes y urnas cinerarias serán
depositados en el esqueleto edificatorio siguiendo un patrón que
permitirá repartir la carga uniformemente en los forjados. Las
estructuras de viviendas abandonadas, calculadas para soportar 2
KN/ m2 según el Código Técnico de la Edificación, terminarían
colapsando. Un gran promontorio de escombros acabaría sepultando
el edificio como si de un gran túmulo contemporáneo se tratase.
En el año 1984 Enric Miralles y Carme Pinós ganan el concurso para
reemplazar y ampliar el viejo Cementerio de Igualada. En la
propuesta “Miralles otorga al factor tiempo un papel decisivo,
puesto que permite imaginar el crecimiento de los troncos y de las
copas de los árboles hasta cicatrizar la brecha; en ese momento;
el cementerio en su conjunto podrá desaparecer, convirtiéndose en
una gran fosa común, con la alfombra verde actuando de discreta
lápida de cubrimiento. Finalmente el cementerio volverá (…)
a ser subterráneo: una única tumba reconquistada, ocupada por la
vegetación, realizándose así el esperado retorno a la tierra” . La
finca del Cortijo de las Colonias forma parte del paisaje del
Barranco de Víznar. Los restos de un antiguo molino y dos albercas
configuran un entorno marcado por olivos.
Un camino escalonado y brillante nos conduce a la antigua alberca.
La última piedra aparece girada con respecto al resto. El agua
inunda las letras de lo que parece un poema.
La mínima intervención realizada por la arquitecta Carmen Moreno
Álvarez en aquel trágico enclave permite seguir los últimos pasos
de Federico García Lorca. Es fácil imaginar como una sensación
similar será revivida por alguien dentro de muchos años cuando
descubra a las afueras de Igualada una pequeña brecha a punto de
cerrarse.
Después de años en funcionamiento el depósito de basuras de Vall
d´en Joan fue clausurado. El equipo de arquitectos Battle i Roig
desarrolló en 1999 un sistema que pretendía sellar por completo el
vertedero. A través de la reutilización de los residuos el
proyecto generó distintas plataformas y senderos que servían de
acceso al Parque Natural del Garraf. En 2010 el depósito quedó
reintegrado por completo al paisaje.
La exitosa experiencia acaecida en el Garraf, unido a la poética y
futurible sensación del caminante a las afueras de Igualada,
sirven como catalizador para trasladar estas experiencias a las
miles de estructuras abandonadas de nuestro país: La piel de
escombros dispuesta alrededor de los esqueletos edificatorios
desde el inicio de la intervención cubrirían los enterramientos
una vez el edificio hubiese colapsado. El tiempo y la vegetación
conquistarían las elevaciones que aparecerían en las periferias de
las ciudades creando un gran cinturón verde de hasta 200 metros en
el que estaría prohibida la construcción de nuevas viviendas. La
montaña de escombros pasaría a ser concebida comouna herramienta
de protección frente a futuros procesos de expansión urbanística
gracias al desplazamiento del vector casa-templo-tumba.
Ficha Técnica
Tipologías desplazadas
Autor:
Pablo Blázquez Jesús
Colaboradores:
Jorge Iván Guerrero Ramírez, Yaiza Sellés Lloret
2016