Biennale Architettura 2016
La Biennale di Venezia
Pabellón español
Spanish pavilion

Juan Moreno

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Edificar.

Infundir en alguien sentimientos de piedad o virtud.

“El camino de la temporalidad apenas dejaría otra huella que el envejecimiento de la carne si no sirviese para alimentar nuestra relación con el espacio”,-escribe Emilio Lledó- y aclara que es aquí donde el hombre ha sabido plasmar su presencia en el mundo de lo real así como con el lenguaje da forma y contenido al mundo de lo ideal. Nuestra presencia deja huella. Una huella que respira más despacio. Sigue su propio compás aunque explote la burbuja inmobiliaria arrastrando estándares, desahuciando funciones. En la antigua fábrica de material de construcción cerámico de Almar respira una huella. La infraestructura industrial otrora resplandeciente, ha quedado obsoleta.
La fábrica está ubicada en un punto estratégico para la reactivación territorial. Forma parte del sistema de comunicaciones al que conectan otros dos recorridos en el entorno del Vallès: el corredor biológico y la vía verde. Estas trazas hablan de la voluntad aglutinadora del enclave. La propuesta es el enlace entre los parques de Collserola y Sant Llorenç del Munt mediante una red ciclable que completa un recorrido forestal y agrícola. Resistencia y defensa ante la dispersión urbana mediante su propio tejido. En la marca indeleble de las acciones especulativas sobre el territorio el tiempo también habla de la necesidad de continuar. Aunque el pasado no deje de ser nuestro, ya no es como fue para otros, resulta inevitable una nueva mirada que altera la secuencia de acciones. Entre inyectar y reconvertir caben infinitivos infinitos. Si bien el primero habla de la ósmosis con lo que ya existía y de convivencia comprimida; el segundo nos ofrece al pasado como materia para retomar sus capacidades. Se observan las naves desde las distintas vías y se propone una infraestructura que pueda crecer según sea necesario mientras la acción se centra en una franja mínima pero clave para multiplicar sus efectos. La estructura prefabricada de hormigón de las naves originales se refuerza para la nueva rampa de acceso que desciende delimitando un espacio que se convertirá en el el atrio central del proyecto.
No podemos detener el tiempo pero podemos contener su pérdida encontrando el carácter de la materia. En Almar los cómplices son ahora la topografía, las naves, la cerámica. La topografía, ya transformada al ser también suministro, posee un valor industrial que la propuesta utiliza para situar un bike park. Las naves ya son materia, el uso para el que fueron concebidas desapareció y ellas son la huella que ha fosilizado hasta cualquier futuro posible. El tiempo como materia es conciliador, unifica, no nos deja olvidar pero nos permite seguir adelante. La cerámica es el pacto con él, fin y principio. El stock de material que quedara sin salida construye los nuevos volúmenes. El carácter cosmopolita de la propuesta en Almar reside en la capacidad de fluctuar entre lo novedoso y lo conocido, el vínculo apenas perceptible entre sus cualidades antes fragmentadas deja que la vida suceda. Para colonizar o edificar cabe elegir entre invasión o respeto. Edificar no es un verbo sucio. Vive refugiado en su acepción inviolable, en la que habla de infundir sentimientos de piedad y virtud. Así sucede siempre, la mano que alguien nos tiende es un gesto que incluso podríamos no haber visto pero cuando reparamos en él, nos habitará por más tiempo del que pudimos imaginar. Edificar es un verbo que lleva años buscando refugio, desciende sin prisa por la rampa de Almar o, ajeno al desastre, se mueve en bicicleta por la antigua cantera.

Texto: Paula Bozalongo

Ficha Técnica

Recycling Almar

Autores:
Juan Moreno Romero, Siddartha Rodrigo Clua y Francesco Miele

2016